Time to emote...

...en que me quede?

ah, si, con la podiatra examinando mi pie sin mucho de serio interes y no poco de exasperada curiosidad, y yo ahi echada en el reposen tomando aire y ponderando con toda seriedad la respuesta al cuestionamiento que tan acertadamente acababa de hacer. Y digo acertadamente porque no habia manera en el mundo que una mujer con tantos años de experiencia en su rama no se hubiese dado cuenta sin necesidad de preguntar. Retorica medica, supongo... just another way to say they like to f*ck with you.

Luego me comenzo a molestar el hecho de que llevaba un color de labial que me fue imposible definir como naranja o rojo... el fiestero bile se negaba a dar fe de su tonalidad a base de la incontenible furia de su brillantez. Pero eso no era lo mas inquietante, sino el hecho de que se lo habia aplicado con todo el cuidado, la delicadeza y el final exito que debe tiene un orangutan para pintar una copia de la mona lisa. Era inquietante pensar que el futuro de mi infectado y tumefacto pie pendia de la habilidad de una mujer que no podia ni manejar un tubo de pintalabios con efectividad.

Con este reconfortante pensamiento en mente, veo a la mujer dirigirse a una pequeña camara de torturas del tamaño de un toaster-oven montado en la pared. Al ver que saca de su interior algunos implementos metalicos me da por concluir que era una camara para desinfectar, pero tal vez solo fue lo que mi mente me hizo creer para no salir corriendo en ese momento. El aparatejo tenia un tono de verde pistache que estoy segura fue descontinuado en 1974, y que contrastaba perfectamente con el color oxido raido de las esquinas y contornos. Asi, de repente, todo el consultorio se comenzo a infectar de ese oxido y a convertirse frente a mis ojos en el set de "Saw III".

La mujer regresa a su sitio frente a mi pie, toma un bisturi y procede a raspar la superficie de la herida. Aguanto bien. Perder un poco de piel no me afecta. Luego toma un par de horrorosas pinzas en forma de gancho y las inserta en el orificio de la herida. Lloro. Y no lo digo en el sentido eufemistico, no lo digo como dramatizacion, lo digo como que se me salieron las lagrimas y un aullido de dolor. Y no soy ninguna llorona, ya habra quienes les den fe de ello. Me sacaron ya las muelas del juicio de dos en dos, me operaron los ojos y en ninguna de estas ocasiones chiste siquiera, ni antes ni despues. He sobrevivido vidrios enterrados, me he depilado con cera, forgodssake... pero esto... Dios mio... esto...

*choke*

La mujer me pregunta si me esta doliendo, y yo con ganas de decirle que no, que lloro en mis ratos de ocio como preparacion para mi futura carrera el televisa. Como me ve sufriendo, decide que la mejor solucion es picarme con una jeringa unas ocho veces. A esto ella le llamo "ponerme anestesia... para que ya no sufras". Al momento de clavarme por primera vez la aguja hipodermica en la planta del pie, logre descifrar su malevolo codigo, que en realidad significaba "enterrarte varias veces una aguja en una de las partes mas sensibles del cuerpo humano, porque me gusta ver a la gente haciendo como gusanos ahogados".

En estos tiempos en los que nos vemos bombardeados por mensajes que no valen la pena, vengo a traerle a todo Mexico y el mundo un mensaje real, cargado de la verdad que solo confiere la sabiduria de lo experimentado en carne propia: cortarse entre los dedos con papel no duele, morder un tenedor no duele, doblarse una uña para atras no duele, sacarte las muelas del juicio no duele, operarte los ojos no duele, una laringitis aguda no duele, una patada en los eggs (de cualesquier especie) no duele, partirte un diente no duele... UNA P*NCHE AGUJA HIPODERMICA ENCAJADA OCHO VECES EN LA PLANTA DEL PIE, ***DUELEEEEEE***!!!!!!!!!!

La mujer no pudo terminar de ponerme la anestesia... pero logro dormirme lo suficiente como para poder re-encajar comodamente sus periquientas pincitas y sacarme lo que traia enterrado en el pie. Era como un granito de arena. Como recontraxodidos entro un granito de arena a mi pie, no lo se, y realmente ya no importa. Esta fuera. Me pidio que mantuviera bien limpia el area durante una semana, y realmente se los puedo prometer, jamas hubo ni habra en el mundo pie mas prolijo y aseado que el mio durante esa semana que prosiguio. Ante cualquier hint de sudoracion o contacto con polvo corria a lavarme y echarme yodo nuevamente, todo con tal de no tener que volver a encontrarme con esa mujer.

Estoy contenta de poder decir que hoy por hoy, mi pie se recupero fantasticamente y solo queda un pequeño punto rosa como recordatorio de lo que jamas debo volver a hacer: exprimir.

Live and learn, people...